Acompañar a tu bebé para que pueda separarse de tí de una manera sana
Cuando llega ese temido momento de dejar a nuestros hijos en un centro de educación infantil, muchas mamás y papás (también abuelos y abuelas que apoyan en la crianza) hemos podido vivir la angustia que produce la separación de nuestros pequeñines.
Y es que, aunque sepamos que son profesionales de la educación y que van a cuidar en todo momento de nuestros hijos, la realidad es que los dejamos en manos de personas extrañas. Extrañas para nosotras, pero sobre todo extrañas para ellos, ya que no disponen de herramientas para poder razonar ante la situación en busca de un poco de consuelo.
Algunos lo llevan mejor, otros peor; Pero nosotras, en algún momento, nos hemos alejado con ese pellizquito que produce verles llorando en brazos de otra persona.
Es un trago amargo y en estos momentos que nos ha tocado vivir, hay que pasarlo; Así es la sociedad que hemos creado, donde los periodos de adaptación a las nuevas situaciones son cortos y no están bien planteados. No pretendo hacer una crítica del sistema pero está bien que reflexionemos al respecto. Que nos planteemos algunas cuestiones, por ejemplo, ¿cómo nos sentimos?
Pero ¿Y ellos? ¿Cómo se sienten ellos? ¿Qué pasa por dentro de sus pequeños cuerpecitos?
Ya veis que digo cuerpecitos y no cabecitas, porque a estas edades no hay separación alguna entre cuerpo y cabeza. Los niños son todo emoción y lo que le pasa al cerebro del bebé también le pasa a su cuerpo. Cuando el bebé ve a mamá (o a cualquier ser que ama) su cerebro da la señal para liberar hormonas que le generan placer. Sin embargo ante una situación de amenaza, como es quedarse en brazos de un desconocido, su cerebro dará la señal para que el cuerpo libere otras hormonas que le generarán estrés.
¿Cómo podemos entonces acompañar a nuestro bebé para que de este modo, se apacigüe la ansiedad de separación?
Aproximadamente a los ocho meses de edad, el bebé ya puede hacerse una representación mental del mundo que le rodea, de modo que es capaz de saber que las cosas existen aunque no las esté viendo (permanencia del objeto). Lo mismo ocurrirá con mamá. Mamá no está, pero está en mi mente y en mi corazón, me atrevería a decir de un modo poético, porque la emoción que une a tu bebé contigo, también estará presente en tu ausencia.
Teniendo en cuenta esta información, podemos ayudar al cerebro de nuestro bebé para que se den con mayor facilidad esos momentos de “permanencia de mamá ante su ausencia” jugando desde muy pequeñito a los juegos de ocultamiento.

Juegos de ocultamiento
Puedes disfrutar jugando con tu bebé a cucú-tras desde los cuatro meses en adelante y poco a poco podrás ir probando a añadir algunas variantes y observar cómo va reaccionando, si está recibiendo el estímulo o aún es pronto para él.
Así puedes ir utilizando pañuelos transparentes o gasas y después desaparecer tras tejidos más opacos.
También puedes tapar a tu bebé, sólo o contigo, o alternando las dos posibilidades, y luego destapar.
Y es muy recomendable para captar la atención de tu bebé durante más tiempo, que incluyas el factor sorpresa, por ejemplo variando los tiempos de duración en los que permaneces fuera de su vista.
Igualmente ayudan todos aquellos juegos que consisten en acercar y alejar objetos y a personas a la cara del bebé.
Estos juegos han servido para hacer disfrutar a miles de bebés y mayores generación tras generación y hoy día, gracias a los avances en neuropsicología del cerebro, sabemos que además pueden ayudar a nuestro bebé a contrarrestar el estrés o la ansiedad que le produce la separación de su figura de apego. Así que, aunque no hagan falta motivos para jugar, aquí tenemos dos buenos motivos para hacerlo.
¿Quieres ayudarme a compartir esta información? Pues adelante, comparte y seremos más las personas que podremos disfrutar jugando.
¡Hasta pronto!
Comentarios recientes